Ella(4)

No me des tregua, no me perdones nunca.
Hostígame en la sangre, que cada cosa cruel sea tú que
vuelves.
¡No me dejes dormir, no me des paz!
Entonces ganaré mi reino,
naceré lentamente.
               Encargo
               Julio Cortázar




Frente al espejo del baño encontraba un libro de Cortázar conversando con mi cepillo de dientes, así me daba cuenta cuando se acercaban los viernes. Los sábados era diferente, al marcharse dejaba de fondo un olor a amapolas y la voz de Nina Simone susurrar en el pequeño universo de mi espacio. Si, ella era así, dejaba rastros de su presencia y ausencia. En la habitación (si, esa misma donde esta la cortina blanca a punto de caer), en los pasillos, en las paredes marcaba nombres al azar y trazaba líneas que terminaban en mi cuerpo, en otras ocasiones esas líneas delineaban otro rostro un poco parecido al mío. Despertaba (supongamos que si) con esa sensación de haber estado toda la noche(o el día) en un estado total de éxtasis cósmico en los brazos de ella, ninfa de sol y mar. Dejaba la inercia inicial y volaba, en ocasiones sentía venirse el mar frente a mi cama y ella, ella simplemente desaparecia.

No se como apareció, ni como es, ni que será de mi sin esas noches. Lo que se es que la espero con mi vista puesta en la ventana que da al sur de su vientre, esa misma de cortinas blancas a punto de caer.




"...No quiero que tengas una forma, que seas
precisamente lo que viene detrás de tu mano,
porque el agua, considera el agua, y los leones
cuando se disuelven en el azúcar de la fábula,
y los gestos, esa arquitectura de la nada,
encendiendo sus lámparas a mitad del encuentro.
Todo mañana es la pizarra donde te invento y te dibujo,
pronto a borrarte, así no eres, ni tampoco
con ese pelo lacio, esa sonrisa."

                                                                  Julio Cortázar.