Todo comenzó con un rechazo y el robo oportuno de un beso,
despertando pasiones escondidas.
Soy todo lo que no deseabas, era todo lo que necesitabas.
Nos sumergimos en un mar de besos y caricias prohibidas, de pasiones desinhibidas, de miradas traicioneras, navajas en las venas.
Despertamos ante el bullicio del silencio que nos invitaba a quitarnos las mascaras, a liberar nuestras almas,a nadar en lo mas profundo de nuestras malicias infantiles y los mas perversos deseos de la carne.
Sangre, pasión, lujuria, deseo carnal, amor fatal… ¿eras tú?
Y al final de cada encuentro, o desencuentro, mientras caía la noche, sus pensamientos masturbaban mi alma, la Luna se venia ante su sombra, mi alma sucumbía a sus encantos. Noches inciertas, quizás me acercaba a un final o a un comienzo…quizás.
Y miraba al cielo fijamente, un cielo preñado de estrellas, buscando alguna señal, alguna galaxia que me recordara sus besos. Pensaba, sentía, flotaba bajo una Vía Láctea alucinógena y estrellas fugaces que se estrellaban en mi cabeza, Big Bang que estremecía mi espacio.
¿Creía? ¿Sentía? ¿Alucinaba?
El amanecer aparecía y por la espalda le clavaba el puñal a la esperanza, es que es ciega o estupida? No escuchaba, no sentía, marioneta masoquista de una dulce sirena.
Hechizado estaba de su lado, al igual que la Luna, la noche y el asesino amanecer, me postraba ante aquella Ninfa… ¿o Arpía?
¿Quimera? ¿orgasmo? ¿placer? o ¿masoquismo?
Ella era incierta, ella era vida.
¿Era lo que necesitaba o era lo que sentía?