La lluvia mojaba levente aquella
noche en aquel pueblito. Sus calles dormidas, desprendían un aroma a gardenias.
Flores de la noche, solitarias, reservadas. Nunca han sido sus favoritas pero
las entendía perfectamente. El movimiento de las ramas de los arboles rompían
el silencio por momentos, pero pasaban desapercibidos.
Ella saco la mano por la ventana,
donde observaba cada detalle de esa noche, para asegurarse que había cesado la
llovizna . Al salir, alzo la vista y despejo el cielo, la luna mostro su
rostro, ella simplemente sonrió, como suele hacer, con picardía e inocencia.
Pelo negro, piel blancamente suave,
ojos grandes que incitan, que intrigan, que cuestionan. Boca carnosa, esbelta,
roja. Su mirada, refleja ternura, pero
intimida, esconde cosas, por más que conozcas
de ella, menos conoces. Nunca lo sabrás todo.
-Apartó los dedos de la maquina
de escribir, saco de la gaveta una caja de cigarrillos, encendió uno. El humo
envolvió la botella casi vacía. Otro bocanada de humo y siguió buscando en su
memoria. Se sentó, leyó las ultimas
palabras escritas “por mas que conozcas de ella, menos la conoces. Nunca lo
sabrás todo…”, sonrió, respiro profundo y continuo.-
Su risa es sincera, puede
fingirla de quererlo. Conversadora, no se reserva palabras. Puedes caer
fácilmente en sus manos. También sus dedos conversan. Ella es todo un universo. Puedes perderte en
sus delirios o enredarte en sus rizos forzados.
Se recostó en una hamaca y se
puso a contemplar el cielo ya completamente estrellado. Hablo con cada una de
las estrellas. Ellas les contaban todos los secretos, ella los guardaba en una
libreta de tapa negra. Solía perderse en ese mundo, ajena a horarios, a rutinas.
Su mundo es su mundo, solo de ella. Lo cuida con recelo, como cuida de su
sangre. Para ella es parte esencial en su vida, su entorno. Pareciera que vive
en una burbuja impenetrable, pero tiene sus razones. El peligro es cuando se
entrega, no puedes escapar, le perteneces, dejas de ser de todos para ser solo
de ella, de su cuerpo, de su alma. Aun en esa entrega, se reserva para si, su
mundo.
Imaginemos su mundo. Sus colores.
El rojo es parte esencial de sus días, la música no falta y en cada rincón, van
las melodías como en una montaña rusa, penetrando en sus oídos y estremeciendo
sus emociones. Asumamos que ese mundo
tiene un nombre, pero solo ella lo conoce. Le llamare, solo para seguir mi
costumbre de nombrar las cosas, Hadar, primero por ser una de las estrellas mas
brillantes, segundo porque al igual que su nombre es de origen árabe. Independiente, como su mundo, ella es la más
brillante.
Cerro los ojos, descanso, ya
había conseguido despejar el cielo, porque es su cielo, le pertenece. El cielo
que le encanta ver, el cielo que ella dibuja con su sonrisa. Así con esa misma facilidad
de despejar cielos grises de noches frías, nos puede moldear a su antojo. Con
dulzura y calidez.
Su aroma, vainilla, es
inconfundible. Adquiere otra personalidad al rodar por su piel.
Hay que tener cuidado con su
mirada, algunos suelen decir. Total, por más advertencias y cuidados, es
difícil no caer dentro de sus grandes ojos y dejarse llevar a su perfecto y
hermoso caos. Un abrazo lo puede arreglar todo, ella sabe como hacerlo, sabe en
que momento necesitas un abrazo o un leve roce. Sabe como y cuando acomodarse
en tu pecho, sin más pretensiones que ocasionarte un ataque de deseo o
simplemente descansar su confianza en ti, pero tampoco puedes descifrarlo, ella
es un enigma.
Nunca duden de su inocencia.
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