Lugares comunes. Imaginemos un país de artistas silentes y anónimos que habitan los bares y parques, y que, aunque se ven cada viernes y sábado por las noches, no se conocen. Beben juntos, fuman juntos (ya sea de primera o segunda mano), salen, se miran, hacen el amor, trabajan ocho horas de día o de noche, se disfrazan, sienten, se irritan, se emocionan... y al fin crean, y sin embargo, difícilmente el otro o la otra tenga contacto con esos partos.
Imaginemos poetas, dramaturgas, fotografas, novelistas, pintores, músicos se congregan cada noche en algún lado sin compartir su arte, hablando de temas comunes y tópicos fingidos. Imaginemos ahora que no sabemos de lo que escribo y que todo esto ha sido solo un ejercicio de imaginación.
Pareciera ser, salvo poquísimas excepciones que la nuestra es una generación reprimida, cargada de tantas sensibilidades, crítica, propuestas innovadoras, sentidos de la estética, rebeldía... pero volcada en sí misma, una genación que sufre de indefensión, de desesperanza.
El arte contemporáneo, y me refiero a la inmensa mayoría de quienes nos asumimos artistas, enfrentamos un muro real e imaginario que de algún modo nos mantiene en esos pequeños lugares en los que nos sentimos más cómodos. Para algunos esto significa no compartir su arte con nadie. Para otros, los pequeños círculos. Pareciera que una timidez envolviera el medio. Es verdad que están quienes no se creen lo suficiente, están los que se creen que son demasiado, y hay esfuerzos y pequeños movimientos de lo más interesantes, pero la norma es la invisibilidad.
La culpa no la tiene solo esta sociedad alienante y fragmentada. El truco está en que nos creímos el cuento: aceptamos el silencio y la impotencia como norma. Sin embargo, queremos publicar, queremos encontrarnos, queremos vernos, tocarnos, escucharnos, leernos. ¿Qué nos lo impide? Estamos en los mismos barrios, las mismas escuelas, universidades, trabajos, calles, bares, esquinas. Estamos en todas partes, en cada madrugada. Entonces, la invitación al vuelo viene en forma de pregunta: ¿Por qué no?